LAS FLORES DE LA GUERRA

—Déjalo, vámonos —dijo Yumo dirigiéndose a Hongling. —¿Por qué tengo que dejarlo? —protestó la otra. Al decirlo, salió a relucir su dialecto materno. Resultó ser de una región muy pobre al norte del río Huai. —Porque esta gente nos ha acogido en esta ratonera. Porque bastante tienen con aguantar a personas como nosotras. Porque no estamos teniendo la delicadeza ni el tacto de corresponder a su generosidad. Porque nuestra vida vale menos que la de cualquier persona y muertas no valdremos más que un alma en pena. Porque cualquiera puede pegarnos y humillarnos cuando le plazca —dijo Yumo. Las niñas enmudecieron. La cara de Fabio reflejaba su desconcierto. Aunque era Fabio el de Yangzhou, aunque podía hablar y pensar en ese dialecto, fue incapaz de, utilizando la manera de pensar de Yangzhou, traducir correctamente sus palabras. Años más tarde, Shujuan cayó en la cuenta de lo ingeniosa que había sido Yumo a la hora de lanzar sus acusaciones contra las niñas, contra Fabio y contra...