BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA (2008)




BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA (2008)
Dirigida por Hana Makhmalbaf
(Coproducción Afganistán-Irán-Alemania)


Bakhtay es una niña afgana de seis años que, tras escuchar la lectura de su vecino Abbas bajo la sombra de los Budas de Bamian, quiere ir a la escuela y aprender historias divertidas. La pequeña sabe que no puede ir sin cuaderno ni lápiz y hará lo imposible por conseguirlos. Pero algunos niños y algunos mayores, harán también lo inimaginable para que la niña abandone su deseo y su derecho, de aprender.

Cuando una llega al final de películas como ésta le entran ganas de esterilizar a medio mundo. Derecho a la vida. Sí. Pero ¿a qué vida?

Cuenta su directora iraní, hija y hermana de cineastas, que rodar con unos niños que jamás han tenido contacto con una cámara ni con su imagen, fue una experiencia dura pero satisfactoria. Dura por la dirección de no actores; satisfactoria por su energía y su inocencia. Lo de la energía, pasa. Pero lo de la inocencia… es difícil de creer. Hablamos de niños que han sido testigos de la masacre en la que hombres y adolescentes fueron decapitados delante de esposas y de madres. Hablamos de niños que saben que hay que dilapidar a una esposa cuando se pinta demasiado los labios. Hablamos de niños que se divierten imitando a la sinrazón talibán. Hablamos de niños que reinterpretan las enseñanzas de Buda para someter a los más débiles. Hablamos de niños que imitan los juegos de sus padres, y no pasarán muchos años para que sus armas de madera, dejen de ser de madera, su violencia machista dé lugar a verdaderos escarnios públicos, y su ingenio se agudice para colocar minas reales estratégicamente.

La joven Makhmalbaf pudo elegir: abandonó el colegio a los ocho años y comenzó junto a su familia una precoz carrera artística. La pequeña Bakhatay no podrá elegir, y opta finalmente por simular su muerte para salir de esa especie de círculo vicioso, violento y al parecer, irremediable.

Y el espectador se pregunta ¿para quién es el mensaje de la película?... ¿Para la mujer afgana que despierte, luche y no traicione sus sueños? ¿Para el hombre talibán que se avergüence y reviente como el Buda? ¿Para las ONG´s? ¿Para los gobiernos? ¿Para la conciencia de la mujer occidental la próxima vez que entre a comprar cosméticos en el centro comercial? ...

“¿Qué debemos hacer?” se cuestionaban también los protagonistas de El año que vivimos peligrosamente (Peter Weir, 1982) y desde entonces, ni hemos remediado nada ni aprendido mucho.

MAR HORTELANO 


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