ASCENSOR PARA EL CADALSO (2010)

Y concluimos el special HIROSHI ABE

con este remake de un cl谩sico de cine negro 

y que a su vez, adaptan una novela francesa.

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 https://youtu.be/PWzlo2Nq348

 


THE ELEVATOR TO GALLOWS
(Akira Ogata, 2010) 










En los seres d茅biles, la ostentaci贸n hace oficio de voluntad. Juli谩n hab铆a decidido intentar la aventura. Bajar铆a a lo largo de los cables.
El recuerdo de los 茅xitos escolares en gimnasia le animaba. El profesor citaba generalmente a Juli谩n como ejemplo para los ejercicios en la cuerda.
Volvi贸, sin embargo, la espalda a la brecha abierta a sus pies, levantando su abrigo. Aspir贸 a fondo, se sent贸 con las piernas colgantes y luego se dej贸 deslizar por la abertura.
La sensaci贸n de vac铆o debajo le aturdi贸 y tuvo que apuntalarse sobre los codos hasta que venci贸 el v茅rtigo.
Procur贸 convencerse de que las reducidas dimensiones de la cabina pon铆an a su alcance las paredes del pozo. Echado hacia atr谩s, quiso tocar la pared con los pies. No estaba demasiado lejos. Se mordi贸 los labios. Hab铆a que decidirse. Afortunadamente se sent铆a en forma.
Lentamente, su busto y su cabeza desaparecieron por el agujero.
Colgado de las manos, con los dedos agarrotados sobre los lisos bordes del escotill贸n, sinti贸 miedo y tuvo la impresi贸n de que hab铆a acabado.
Solt贸 presa y se aplast贸 abajo, despu茅s de una ca铆da interminable.
Liber谩ndose de la pesadilla, se extra帽贸 de encontrarse a煤n en el mismo sitio: palpitante de agon铆a, pero vivo. Instintivamente, para calmar los latidos desordenados de su coraz贸n, evoc贸 la existencia tranquila y feliz que acababa de crear con Genoveva. No pensaba en Bordgris.
脷nicamente en su libertad reconquistada… ¡a condici贸n de salir de aquella prisi贸n!
Un estremecimiento de energ铆a corri贸 a lo largo de sus m煤sculos. Prob贸 a elevarse contrayendo los brazos. Lo consigui贸. Estaba en plena posesi贸n de sus medios f铆sicos. Lanz贸 un doble puntapi茅 frente a 茅l.
Sus pies chocaron tan fuertemente con la pared, que el golpe estuvo a punto de hacerle soltar las manos. Pero la alegr铆a de descubrir el objetivo a su alcance, le libert贸 totalmente del miedo. ¡Era, pues, posible! S贸lo le faltaba inspeccionar las cuatro paredes del pozo,
hasta encontrar los cables.
La primera tentativa fracas贸. La pared era lisa de uno y otro lado.
Met贸dicamente, ascendi贸 apoy谩ndose de nuevo sobre los codos para respirar y dar un cuarto de vuelta a fin de explorar la pared de la derecha. Volvi贸 a descender.
Inmediatamente brot贸 de su garganta un grito salvaje que casi le dej贸 sin fuerzas. ¡Algo se hab铆a movido en la punta de sus zapatos! Se balanceaba como un trapecista. S铆… S铆… Indiscutiblemente los cables estaban all铆 y lleg贸 a alcanzarlos. Por sus mejillas corr铆an l谩grimas
sin que se diera cuenta. En el borde de la abertura sus dedos blanqueaban soportando todo el peso del cuerpo. Ech贸 el pie izquierdo hacia delante y crey贸 morir de emoci贸n notando un roce en el tobillo.
¡El cable! ¡Lo ten铆a! Con mil precauciones movi贸 la pierna. Dentro de un instante enrollar铆a con un movimiento r谩pido el cable alrededor de su pierna. A continuaci贸n, no ser铆a m谩s que un juego de ni帽os cogerlo y apretar la cuerda providencial con las manos.
Precisamente olvid贸 que sus manos… La izquierda cedi贸 de pronto. Le fall贸 la respiraci贸n y cerr贸 los ojos en las tinieblas. El cable desapareci贸.
Suspendido 煤nicamente con la mano derecha, llam贸 a Genoveva pidi茅ndole socorro: “¡Por ti es por quien lo he hecho!”… Toda la vida se le concentr贸 en la cabeza. No se atrev铆a ni a respirar. No se daba cuenta que la mano por s铆 misma sub铆a, tanteaba m谩s arriba de sus hombros,
encontraba al fin el borde de la abertura y recuperaba su posici贸n. No recobr贸 la conciencia hasta entonces. Mortalmente cansado, no se mov铆a. Su respiraci贸n, corta y r谩pida, llenaba el oscuro silencio de vida monstruosa.
Con el cerebro adormecido, lleg贸 a izarse. En cuanto las rodillas temblequeantes tocaron el suelo de la cabina, le abandonaron las fuerzas. Se derrumb贸 sin aliento, semidesvanecido, aniquilado. Pp. 79-81.

La bombilla se encendi贸. Aquella vez, la luz brill贸 m谩s que en los ojos en el cerebro de Juli谩n Courtois. Se puso en pie de un salto, cortada la respiraci贸n, cegado, protegi茅ndose los ojos con el antebrazo pegado a ellos. ¿Otra vez el guarda de noche? Consult贸 maquinalmente el reloj: las cinco y media… ¿Qu茅 podr铆a significar
aquello? Si el mundo pod铆a volver a marchar para 茅l despu茅s de una interrupci贸n de treinta y seis horas, era incapaz de concebirlo de buenas a primeras.
La sangre le golpeaba las sienes. En el desarrollo de sus
pensamientos, inconscientemente guiados por el sordo rumor de vida que se iniciaba fuera, fulgur贸 una figura: el portero o una mujer de la limpieza, llamaba el ascensor. Le descubrir铆a… ¡De ning煤n modo! ¡Por nada de este mundo! P. 141.


ASCENSOR PARA EL PAT脥BULO
NO脣L CALEF
Editorial Molino, Barcelona, 1958






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